85. Apeadero de Estíbaliz

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      ANTES                                                       (Fuente de las fotografías: www.elcorreo.com)                                                   AHORA 
                                            
El 2 de mayo de 1948 se inauguró un ramal del ferrocarril Vasco-Navarro construido exclusivamente para llevar a miles de peregrinos hasta el cerro de la patrona. 

En uno de los paneles de la ruta verde del Vasco-Navarro, junto al apeadero de Estíbaliz, hay una foto que demuestra que a veces cualquier tiempo pasado fue mejor. Se trata de una instantánea de 1953. Centenares de risueños chicos del colegio de los Corazonistas desembarcan en el estrecho andén de aquel apeadero.



Se puede ver la máquina eléctrica y varios vagones. Una estampa corriente entonces, muy difícil de ver hoy día.

Este domingo por la tarde, el santo cerro era un desierto. Apenas una veintena de personas se distribuían por el aparcamiento, el entorno de la basílica y la zona recreativa. La iglesia permanecía abierta, pero la Virgen de Estíbaliz, patrona de los alaveses, estaba sola. Un domingo por la tarde con un tiempo excelente y una luz de primavera excepcional.Sé que eso no ocurre un domingo por la mañana, el 1 de mayo, festividad de los desagravios o en septiembre cuando se celebra la fiesta de Acción de Gracias a la Virgen, pero es un síntoma del desapego general de la sociedad alavesa por los símbolos religiosos. Y la patrona, lo es sin duda. De hecho, desde este 1 de mayo se ha suspendido la misa de los sábados por la tarde. La comunidad envejece y los devotos también.

Sirva esta introducción actual para contar la historia de un proyecto impensable hoy día, pero que cuando se hizo entraba dentro de la más absoluta normalidad. Se trata del ramal Andollu-Estíbaliz de la línea Vitoria-Estella del ferrocarril Vasco Navarro. Después de la Guerra Civil se produjo una euforia religiosa en todos los órdenes y la peregrinación al solar de la patrona no se quedaba atrás.

Aunque existe una leyenda que dice que fue un sueño descabellado, un capricho de un enamorado que tenía mucho poder entonces que quiso regalar a su amada esposa vitoriana y devota de Estíbaliz un tren.

En realidad, la propuesta inicial vino de los propios benedictinos. Un prior del santuario, un tal padre Simón Andrés, había hecho cuentas: desde la apertura de la línea Vitoria-Estella, más de cien mil viajeros habían utilizado el ferrocarril para trasladarse hasta Estíbaliz. Se apeaban en la estación de Andollu y caminaban dos kilómetros con un desnivel de unos 42 metros entre la Llanada y el cerro sagrado (de la cota 552 a la 596).

El guante lo recogió después Alejandro Mendizábal Peña, el ingeniero que diseñó el moderno ferrocarril y que llegó a dirigir los ferrocarriles de vía métrica del Estado. Al llegar a Vitoria –era de Piedrahita (Ávila)–se enamoró de la ciudad, de la provincia, y de una vitoriana, Margarita Aracama Torrijos. Se casaron ante la patrona en 1925. Era un republicano convencido pero muy creyente.

Desde que se presentó el primer anteproyecto en 1939 hasta su inauguración, el 2 de mayo de 1948, pasaron cerca de diez años. La obra costó casi un millón de pesetas de las de entonces. El Ayuntamiento y la Diputación pagaron 100.000. El resto fue costeado por el Estado. El proyecto pasó inicialmente de 3,8 kilómetros de vía a 3 finalmente con una curva media de 200 metros de radio.

El viaje inaugural estuvo pasado por agua, pero la fiesta fue inolvidable. Entre los benedictinos, el abad de Silos, Isaac Toribio, que había sido hasta entonces prior de Estíbaliz. A las once de la mañana el tren salón arrancó entre aplausos desde Vitoria, ocupado por las representaciones y jerarquías provinciales, el obispo Carmelo Ballester y Alejandro Mendizábal, acompañado de su hija de 16 años, Margarita Mendizábal Aracama, como madrina del acto. Comenzaban también así los actos del 25 aniversario de la Coronación de Nuestra Señora de Estíbaliz.

Antes de arrancar hacia el cerro, el convoy se detuvo en Andollu y el obispo bendijo el nuevo ramal en medio de una gran expectación popular y la presencia de todas las autoridades, desde el gobernador militar al alcalde y de las autoridades ferroviarias como Cesar Cañedo y Franscico Zubía.

El éxito fue arrollador. Entre el 15 de mayo de 1948 y el 31 de agosto se vendieron desde Vitoria 14.000 billetes. A lo que había que sumar los de otras estaciones. Las imágenes de la época dan fe de las multitudes que se congregaban en torno al santuario mariano. 

Desmantelado el itinerario de hierro desde el 31 de diciembre de 1967, la vía ha vuelto a resucitar como ruta alternativa a la carretera para paseantes y bicicleteros, tras la adecuación realizada por la Diputación, convirtiéndose en uno de los senderos favoritos de los vitorianos. Su suave ascensión es celebrada por todos los principiantes que se suben a las dos ruedas. Son unos 22 kilómetros y 600 metros de ida y vuelta desde Oreitiasolo, una distancia ideal para el paseo corto.

(Fuente del texto: www.elcorreo.com)

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