27. Calle Sancho el Sabio

 ......
      ANTES                                            (Fuente de las fotografías: Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz)                                               AHORA
                                             
El 14 de abril de 1965, el consistorio vitoriano acordó denominar Sancho el Sabio a la vía pública que nacía con vocación de avenida a partir de la Plaza de Lovaina. 

La Calle Sancho el Sabio se desarrolló en dos mitades: primero hasta el cruce con las calles Ricardo Buesa y Bastiturri; después hasta la Avenida de Gasteiz. Sancho VI el Sabio, Rey de Navarra (1150-1194). Concedió en 1181 el fuero a la aldea de Gasteiz dándole un nuevo nombre: Victoria.  (Fuente del texto: Henrike Knörr y Elena Mtz. de Madina)


Algunos navarros se quejan del escaso cariño mostrado por los vitorianos a la provincia hermana en cuestión de recuerdos o monumentos que evoquen la fundación de la villa como un hecho que tiene sello del viejo reino. También se ha recibido con mucho escepticismo entre ellos las nuevas noticias procedentes de los hallazgos arqueológicos de la catedral de Santa María que concluían que Vitoria era 400 años más antigua de lo que se ha venido sosteniendo históricamente, lo que convertía la fundación a un eslabón más en una cadena. Pero todo el mundo sabe que hasta que no te conceden unos fueros no eres nadie y la capital alavesa comenzó a ser algo con la firma de esos fueros en Estella por parte del rey navarro Sancho VI el Sabio, es decir, en 1181. La conclusión de esta corriente historicista es que en Vitoria hablar de Navarra y sus reyes es tabú y se olvida a menudo que Álava fue conquistada a sangre y fuego en 1200 por las fuerzas castellanas de Alfonso VIII.

La historia es muy permeable a las interpretaciones de todos los gustos y someter el siglo XII a las revisiones politizadas del siglo XX pueden conducirnos al esperpento. En una cosa tienen razón estos historiadores del viejo reino. Se habla poco de los orígenes navarros de Vitoria y a Sancho el Sabio solamente se le recuerda por una calle ancha y moderna que lleva su nombre, igual que la fundación de fondos documentales y bibliográficos sobre el País Vasco más importante del mundo.

Falta, evidentemente, una estatua de fundador, como la de don Diego López de Haro en Bilbao, por poner un ejemplo cercano, o la que homenajea en Buenos Aires a Juan de Garay, por poner otro lejano. Sea lo que sea, el rey sabio fundó una villa sobre una aldea llamada Gasteiz a la que cambió el nombre por el de Nueva Victoria, seguramente en homenaje a una victoria en el campo de batalla contra los castellanos.

Pero hablemos de la persona que, por cierto, firmaba con un genial sello. Tomo para ello un artículo del historiador Iñaki Bazán publicado en la Gaceta Municipal de Vitoria. Sancho VI el Sabio fue hijo del rey de Pamplona García Ramírez el Restaurador (1134-1150) y de Margarita. Fueron hermanas suyas Margarita, casada con el rey de Sicilia, Guillermo I (1154-1166), y Blanca, casada a su vez con el rey castellano Sancho III (1157-1158). El hijo de estos últimos, Alfonso VIII el Batallador o el de Las Navas (1158-1214), a la sazón, sobrino del Sabio se convertiría en el principal antagonista de la Navarra gobernada por su tío y después por su primo carnal, Sancho el Fuerte, hasta el punto de desgajar del viejo reino el territorio de La Rioja y las provincias vascas. 

La conclusión para empezar es que los territorios, tuvieran la historia que tuvieran, se los repartían los miembros de las mismas familias. Y ya se sabe el refrán para estos casos, la familia, la sagrada, la demás colgada. Ni primos carnales ni nada cuando había una corona real y un feudo de por medio.

La fecha de nacimiento del rey Sabio, como se le denomina en el Fuero de Navarra (varón de gran sabiduría) no se sabe con certeza, pero fue en torno a 1133. A los 17 años fue llamado a suceder a su padre en el trono. Contrajo matrimonio con Sancha, hija del emperador y rey de Castilla y León, Alfonso VII (1126-1157) y de Berenguela.

Durante su reinado consolidó la independencia y supervivencia del reino navarro. No hay que olvidar, como recuerda Iñaki Bazán, que García Ramírez, su padre, había restaurado la monarquía pamplonesa tras el absurdo testamento de su antecesor, Alfonso I el Batallador (1104-1134), soberano de Aragón y Pamplona, que había nombrado herederos suyos a las órdenes militares de Tierra Santa. Para ello tuvo que enfrentarse a la curia romana que no reconocía nada más que el testamento del Batallador. 

Además los reyes castellano y aragonés pactaron en 1179 repartirse Navarra. El Sabio tuvo que consolidar sus fronteras y buscar una salida al mar ante tanta amenaza y para ello fundó villas estratégicas en Laguardia en 1164, (navarra hasta 1461), San Sebastián en 1180, Vitoria en 1181, Antoñana en 1182, el mismo año que Bernedo. Entre otras decisiones fue el primero en utilizar el término Rey de Navarra. Hasta entonces los reyes de este territorio lo eran de Pamplona.

Con toda seguridad, se debe a Sancho el Sabio la introducción de la devoción vitoriana a la Virgen Blanca. La casa real navarra profesaba un especial culto a esta virgen como lo demuestra que muchos miembros de la familia llevaban su nombre. Entre ellas una de sus hermanas y una de sus hijas. A su iniciativa se debe la construcción del palacio real de Estella, todavía en pie, y la fundación del primer monasterio cisterciense femenino de España en Tulebras (1157).

Sancho el Sabio falleció el 27 de junio de 1194, cuando contaba casi 61 años. Sobre el lugar de su enterramiento no existe unanimidad entre los historiadores. Para unos, en el panteón real de Nájera. Para otros, en Santa María de Pamplona y hay quien cree que la reina Sancha, que murió veinte años antes está enterrada en la catedral de Tudela.

La descendencia es un capítulo muy curioso de este monarca. Sancho y Sancha tuvieron cinco hijos. Las tres mujeres fueron Constanza, Berenguela y Blanca. Los dos varones, Fernando y Sancho. Este último fue el que le sucedió y pasó a la posteridad como Sancho VII el Fuerte (1194-1234). El apelativo proviene tanto de su constitución física como de sus hazañas guerreras como la que protagonizó frente a los almohades al lado de su odiado Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén), de donde vienen, según algunos, las cadenas del escudo de Navarra, aunque este hecho está cuestionado hoy día. Era realmente un tipo excepcional porque el análisis anatómico realizado a sus restos óseos determina que pudo alcanzar una estatura de 2,30 metros. Sin embargo, si su padre fundó Vitoria y la consolidó como un bastión militar ante Castilla, Sancho el Fuerte la perdió en 1200, junto a lo que denominan la Navarra Occidental (Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado), tras un asedio durísimo de las tropas castellanas, comandadas por Diego López de Haro, (señor de Vizcaya) y una heroica resistencia.

A otra de sus hijas, Blanca, casó Sancho con el conde de Champaña Teobaldo III (1197-1201). De su hermano Fernando se sabe que murió en 1207 y de Constanza se conoce poco. Todo lo contrario que sobre Berenguela, que se unirá a la casa de los Plantagenet en Inglaterra a través de su matrimonio con el famoso Ricardo I Corazón de León (1189-1199) que participó en las Cruzadas y que fue conocido por los altercados que hubo en su ausencia con su hermano Juan sin Tierra y el cinematográfico Robin Hood. 

(Fuente del texto: www.elcorreo.com)

No hay comentarios:

Publicar un comentario